Las
grasas deberían ser una fuente de energía esencial en cualquier dieta. Por desgracia, las instituciones dietéticas nos llevan diciendo lo contrario durante décadas.
La
energía de nuestras células proviene de una molécula llamada adenosín
trifosfato o ATP. Mientras que una molécula de glucosa produce 36 unidades ATP,
una de grasa produce 48 unidades. Mientras que la energía de los carbohidratos
produce un subidón fuerte y poco duradero, la energía de las
grasas puede durar hasta 6 o 7 horas.
Si
limitásemos nuestra ingesta de carbohidratos a menos de 30 gramos al
día y aumentásemos radicalmente nuestra ingesta de grasa,
seguramente nos sentiríamos algo cansados y faltos de energía
durante varios días. En estos días, nuestro cuerpo se estará
adaptando a tomar su principal fuente de energía de las grasas y no
de los carbohidratos. Tras pasar por ese duro proceso, pasaríamos a
vivir una continua ventaja metabólica. Nuestra energía
sería mayor, nos sentiríamos más ligeros, perderíamos peso
manteniendo nuestro músculo y disfrutaríamos de una mayor claridad
mental junto a un menor apetito. (Estudio)
Las grasas no
producen colesterol.
(Estudio)
Las grasas no te provocarán un infarto ni te harán sufrir del
corazón. Para quemar grasa, debes consumir grasa. Para no sufrir
complicaciones, debes mantener buenos niveles de glucosa en sangre.
Para mantener buenos niveles de glucosa en sangre, es esencial
eliminar el exceso de carbohidratos de tu dieta.
Está claro
que el consumo de grasas no hace que estas circulen por nuestra
sangre obstruyendo nuestras venas y arterias, sino que, en la
ausencia de carbohidratos, nuestro cuerpo las utiliza como fuente de
energía y perfecciona hasta tal punto el mecanismo de oxidación de
lípidos que los canales que riegan sangre a través de nuestro
cuerpo se limpian. Muchas personas observan que sus niveles de
colesterol, triglicéridos y presión arterial bajan en una dieta
baja en hidratos de carbono.
(Estudio) Frente a
todo lo que nos han dicho en los últimos años, resulta irónico.
Sabemos
que existen dos tipos de grasas en nuestra dieta, saturadas e
insaturadas. Siempre se ha dicho que las saturadas son malas para la
salud, pero lo cierto es que no hay ningún tipo de evidencia de que
estas aumenten el riesgo cardiovascular.
(Estudio)
Por ello, en una dieta baja en hidratos de carbono se toma una gran
cantidad de grasas saturadas sin ningún riesgo de salud.
Una forma
rápida de tomar grasas sería consumir aceite de oliva (grasas
insaturadas) o mantequilla de buena calidad (grasas saturadas), así
como aceite de coco (grasas saturadas) y frutos secos (grasas
insaturadas).
Es
conveniente evitar las grasas trans. Estas grasas proceden del
sobrecalentamiento e hidrogenización de diversas fuentes de origen
vegetal, creando unas moléculas pesadas que traban el mecanismo de
oxidación de grasas y tienden a almacenarse de forma directa como
tejido adiposo. Las grasas trans deben ser evitadas en cualquier
régimen alimenticio, y están presentes en el aceite de girasol, el
aceite de palma, la margarina, productos con soja y otros alimentos
derivados de la manipulación de fuentes vegetales. Comer grasas
trans no produce ningún beneficio y, de hecho, es francamente
perjudicial, pero no son una excusa para criticar la esencialidad del
resto de grasas.
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