10 de diciembre de 2013

Ejercicio aeróbico en una dieta baja en hidratos de carbono: evita el sobreentrenamiento

Como diría el mítico entrenador Vince Gironda, 'el deporte es, en un 85%, un asunto de nutrición'. Manteniendo una dieta saludable que excluya aquellos alimentos que favorecen la inflamación e introduciendo aquellos frente a los cuales nuestros genes responden de forma óptima, el ejercicio físico se convierte en una tarea sencilla y que no requiere ningún esfuerzo sobrehumano.

Existen muchos acercamientos al deporte en una dieta baja en hidratos de carbono, pero todos ellos inciden en varias características básicas. Algunos autores, como Mark Sisson, piensan que el deporte de alta intensidad que acompaña a las dietas clásicas termina siendo perjudicial para la salud a medio y largo plazo. Aunque esto es una opinión personal de diversos autores, está demostrado que realizar largas sesiones de ejercicio cardiovascular con el objetivo de perder peso termina siendo inútil, pues acelera el metabolismo y necesitaríamos realizar sesiones cada vez más largas e intensas para quemar grasa. (Estudio)


En el proceso de realizar ejercicio aeróbico intenso, llegaremos a un punto en el que no seremos capaces de crear músculo (si queremos hacerlo) o podríamos perder el que ya tenemos, a menos que soportemos nuestro intensísimo ejercicio con enormes cantidades de carbohidratos. Y aunque quisiéramos evitar la necesidad de tomar tanta glucosa, nuestro cuerpo la pediría incensantemente: el ejercicio aeróbico de alta intensidad comienza por agotar tus reservas de glucosa desde el primer momento.

Si bien mi opinión personal es mucho más relativa, sí es cierto que dudo mucho del efecto positivo de las actividades aeróbicas de alta intensidad en pacientes de diabetes, en los cuales los motivos que hemos relatado antes resultan mucho más evidentes debido a las rápidas hipoglucemias y al posible aumento de peso derivado de estas. Eso sí, si un paciente de diabetes lo pasa bien saliendo a correr o realizando deportes de equipo, esta actividad es totalmente sostenible mientras el ejercicio se cubra con carbohidratos antes de la práctica, en vistas a evitar una hipoglucemia. 


Estas conclusiones nos llevan a uno de los principios más importantes a la hora de hacer deporte: el sobreentrenamiento. En el ejercicio anaeróbico (musculación) se pensó durante mucho tiempo que el principal factor a la hora de sobreentrenar residía en el músculo. Mientras que es cierto que el músculo puede romperse, es muy probable que nos diésemos cuenta antes de que esto ocurriese. Realmente, el principal factor en el sobreentrenamiento es la fatiga de nuestro Sistema Nervioso Central. Cuando sobreentrenamos, experimentamos cansancio antes y después del ejercicio, tendemos a dormir poco y mal, nuestro apetito disminuye, perdemos músculo y aumentamos en grasa, nuestros cambios de humor son radicales...¡Y más del 80% de las personas que comienzan a hacer ejercicio caen en este círculo vicioso desde el principio! 


Cuando realizamos ejercicio, nuestro cuerpo produce una hormona de estrés llamada cortisol. Si la testosterona es la hormona encargada de construir músculo y mejorar nuestra forma física, el cortisol es su antagonista: ambas son como el agua y el aceite. Una antagoniza a la otra. Fatigar más de la cuenta a nuestro Sistema Nervioso Central (SNC) tiene su contrapartida en la producción masiva de cortisol, y esta producción excesiva nos somete a un estado regresivo en el cual empeoramos nuestro rendimiento.


 Lo que la experiencia nos dice es que correr a diario, en una persona que no lleva realizando ejercicio intenso durante toda su vida, provocará una gran producción de cortisol y nos inducirá a un estrés que, a medio plazo, nos obligará a dejar de realizar ejercicio por el continuo empeoramiento en nuestro desempeño. Ocurriría lo mismo si entrenásemos ejercicios compuestos a diario (como la sentadilla o el press de banca) con grandes cantidades de peso. 


Una actividad como andar o correr en intervalos (HITT) resulta muy efectiva en la pérdida de grasa corporal, pues no altera el ritmo metabólico y no debe ser soportada con grandes cantidades de carbohidratos. Favorecerá el desplazamiento de grasa y mejorará la circulación. Aunque nos lleve más tiempo, es más beneficioso a largo plazo andar 10 kilómetros que correrlos, ya que andar no modifica necesariamente nuestro ritmo metabólico. Conviértete en una persona activa y muévete frecuentemente a un ritmo lento o moderado: combinado con un buen entrenamiento con pesas, será la clave del éxito. 


Por último, ten en cuenta que esta es sólo una opinión personal. Uno de los grandes objetivos del ejercicio físico, además de la salud, es pasarlo bien. Si deseas correr, no hay nada que te lo impida con el descanso adecuado y una progresión lenta y segura en el desempeño del ejercicio. Si lo practicas con cautela, podrás evitar sus riesgos y aprovechar todos sus beneficios. 

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