27 de diciembre de 2014

Mi reseña de Freestyle Libre: cuatro sensores usados, cuatro sensores defectuosos

Vamos a hablar claro. Si hoy por hoy, en diciembre de 2014, alguien me preguntase si debe comprar Freestyle Libre, mi respuesta sería un rotundo no.

Como sabéis, Freestyle Libre es una especie de sistema de medición continua de glucosa. Te pones un parche en el brazo durante 14 días, pasas un lector parecido a un medidor de toda la vida y te dice, al instante, que nivel de glucosa en sangre tienes. Sin pinchazos ni tiras reactivas. No sólo es capaz de medir tu glucosa en ese momento, sino que realiza una medición casi constante para mostrarte la tendencia de tu curva de glucosa. Lo que marca la diferencia frente a otros medidores continuos es el precio: 60 euros el lector, y otros 60 (aproximadamente) cada nuevo sensor, frente a los más de 1000 euros que pueden costar otros dispositivos, como el Dexcom.

Suena genial pero, ¿Cuál es el problema? Que desde que he adquirido mi Freestyle Libre, no paro de escuchar historias para no dormir....y me temo que yo soy uno de los peores afectados. Compré el pack básico, formado por el lector y dos sensores por 175 euros, y más tarde adquirí otros dos sensores al precio de 125. Eso significa que me he gastado, aproximadamente, 300 euros en el Freestyle Libre. Pero en realidad, ninguno de los sensores que he adquirido me ha proporcionado lecturas fiables de glucosa. En todos los sensores he tenido lecturas de glucosa significativamente más bajas (con diferencias de hasta 70 u 80 mg/dl) que el medidor capilar, y en el caso de uno de los sensores, ni siquiera llegó a funcionar.

Yo, con mi primer sensor
Lo bueno de Freestyle Libre es que, si funcionara bien, sería el dispositivo perfecto. Es cómodo y fácil de usar. La batería se carga rápido. Muestra estadísticas perfectas de tus niveles de glucosa. El sensor tiene un adhesivo genial, que no requiere ninguna fijación extra a menos que hagas un deporte aeróbico extenuante. Tales cosas sólo han aumentado la rabia que me produce ver todo el dinero que me he gastado en un dispositivo que, francamente, no funciona bien. Un dispositivo ha salido al mercado para usar a sus usuarios como conejillos de indias, o eso parece.

Mi primer sensor de Freestyle Libre fue el mejor de los cuatro que he tenido, y aún así estaba defectuoso. Aunque sistemáticamente me marcaba una diferencia de 20 mg/dl menor respecto al medidor capilar, me servía perfectamente. A partir de los tres o cuatro días de funcionamiento puse toda mi confianza en él, y fue cuando tuve el gran error de hacer caso a las tendencias que
me marcaba. Y es que la curva de glucosa descrita por el sensor me marcaba que todas las noches mi glucosa caía en picado mientras dormía, produciéndome hipoglucemias, y subía de nuevo en las primeras horas de la mañana. Lógico. El fenómeno del alba.

Debido a esto empecé a reducir mis tomas de insulina lenta por las noches, hasta que me di cuenta de que lo que realmente ocurría era que mi sensor automáticamente marcaba una hipoglucemia en las primeras horas de la noche. Por alguna razón, se confundía durante esas horas, a pesar de funcionar bien durante el resto del día. Era inexplicable. Me daba rabia que el dispositivo funcionase de maravilla durante el día, pero tuviese esos fallos durante la noche. Por hacer caso al aparato, había estado durmiendo con la glucosa alta durante más de una semana. Pero la verdad es que tener el Freestyle Libre me daba una gran sensación de libertad, y al fin y al cabo, se podía perdonar.

En el primer sensor, la noche era
territorio de los hipoglucemias
El segundo sensor, para terminar con mi pack básico, fue un total desastre. Además de marcarme las hipoglucemias nocturnas de forma sistemática también, me medía más de 70 mg/dl por debajo de lo que realmente marcaba el medidor capilar incorporado en el propio Freestyle Libre. El único uso que pude dar a este sensor fue para ver como se comportaba mi glucosa después de las comidas, y medirme capilarmente cuando fuese necesario para evitar una hipoglucemia. Pero, en general, fue totalmente inútil. El mayor problema fue que durante los primeros días, ciegamente y por imprudencia mía, hice caso a las tendencias que el sensor me marcaba. ¿Qué hubiera pasado si, en vez de marcarme la glucosa más baja, lo hubiera hecho más alta? Quizás ahora no estaría aquí para contarlo, o quizás habría tenido algún susto que me hubiese llevado al hospital.


El segundo sensor, un desastre

Mi tercer sensor ni siquiera funcionó. A pesar de aplicarlo con todo el cuidado del mundo y siguiendo el procedimiento tal y como lo he hecho siempre, el lector me indicaba que la lectura no estaba disponible, hasta que finalmente me dijo que el sensor estaba defectuoso, que lo quitase y pusiese otro. Al sacarme el sensor, descubrí que la aguja estaba blanda, totalmente moldeable con el dedo, como si fuese de plástico. Un desastre, de nuevo. 60 euros a la basura.

El tercer sensor no funciona

Ahora estoy con el cuarto sensor, y vuelve a marcarme diferencias de hasta 60 mg/dl, de nuevo mucho más bajo que el medidor capilar. Además, este sensor me ha dado más de un susto de glucemia alta. Durante las primeras 24 horas, me llegó a marcar una glucosa de 328 cuando realmente tenía 88 mg/dl. Estaba sentado en el sofá, saqué el lector y podéis imaginaros mi cara de sorpresa al comprobar que durante la tarde mi glucosa se había disparado. Afortunadamente, era una falsa alarma. El Freestyle Libre se estaba equivocando una vez más. Este sensor, de nuevo, solo me sirve para saber las tendencias de mi glucosa, aunque si según el medidor capilar estoy a 80 mg/dl, según el sensor estoy en LO. 



Sustos y saltos en picado con el cuarto sensor

Cabe señalar que el problema del Freestyle Libre no es tan sólo que marque lecturas con un margen de error tan alto. El problema es que estamos hablando de la salud de personas con diabetes, que deben tomar a diario medicamentos hipoglucemiantes que en dosis no controladas pueden provocar grandes daños, o incluso la muerte. Una glucemia muy alta o muy baja puede provocarte daños casi irreversibles de salud, y Abbott (la empresa fabricante) puede devolverte el dinero, pero...¿Quién te devuelve la salud?

Estoy intentando ponerme en contacto con la línea gratuita de atención al cliente de Abbott, pero me indican que el teléfono ya no existe. He intentado contactarles por email hace casi una semana, pero no me hacen ni caso. Llegados a este punto, no quiero más sensores. No quiero que me cambien los defectuosos si no me pueden garantizar una medición 100% fiable. Prefiero, de todo corazón, que me devuelvan el dinero. Lo que no me van a devolver es la frustración, la ilusión perdida, y la pena que vuelvo a sentir cada vez que veo que una empresa juega con los sentimientos de los pacientes de una enfermedad crónica tan terrible como la diabetes.

Hoy por hoy, no caería en el error de comprar un Libre. En mi asociación de diabéticos ya he contactado con dos personas más que han tenido todos sus sensores defectuosos, y podéis ver las opiniones de Jedi Azucarado para contrastar este asunto. Espero que esta reseña pueda cambiar algún día y tornar en algo positivo.

La idea de Freestyle Libre es maravillosa. Poder caminar por la calle y medirte la glucosa en cuestión de segundos es fantástico, algo tan cercano a la libertad que después de tantos años parece mentira. ¿No resulta cruel que nos dejen saborearlo y luego nos los arrebaten de esta manera?


1 comentario:

  1. http://www.dexcom.com/g5-mobile-cgm
    Hola, este parece un buen medidor continuo. Pero no se si es posible obtenerlo en España.

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